¿Cómo se traducen las óperas?

De todas las tareas que se le puede encomendar a un traductor, probablemente la que más se tema sea la de traducir una poesía. Este temor o esta dificultad (muchas veces considerada directamente una imposibilidad) se debe a que en la poesía no solo se debe tener en cuenta el significado del original, sino también la métrica y posiblemente la rima. Sin embargo, existe un grado superior de dificultad, que es el de la traducción de libretos de ópera.

La traducción de un libreto de ópera no solo debe respetar el significado y la métrica, sino que a esto se le debe sumar que, si se quiere obtener una versión traducida que sea ejecutable en escena, se debe respetar el ritmo y el fluir de las líneas melódicas que se compusieron específicamente para acompañar el original.  «¡Imposible!», dirán muchos, pero más allá de las imposibilidades, habrá gente en Alemania que quiera ver una ópera italiana y entender de qué se trata.

¿Qué se suele hacer entonces en estos casos? ¿Cómo se hace para hacer que una ópera sea entendible para un público que no habla el idioma en el cual fue compuesta?

Existen principalmente tres maneras en las que las compañías de ópera y los teatros encaran este dilema.

En primer lugar tenemos la más simple, que es la traducción literal del libreto, que le es entregada impresa en el programa al público, de manera que pueda saber qué es todo eso que se canta en un idioma que no comprenden.

La segunda solución es la de los supertítulos, que se proyectan por encima del escenario. En este caso, se puede ser más o menos literal, pero se suele traducir únicamente el contenido esencial de las stanzas, con el fin de no distraer al público de lo que está sucediendo arriba del escenario.

Finalmente, tenemos el «temido» caso que citábamos al comienzo de este post como máximo nivel de dificultad de traducción, que es el de tener que traducir el libreto para que sea ejecutado directamente en el idioma de destino. Como decíamos, la dificultad yace principalmente en lograr una versión que respete el ritmo y la melodía de la ópera pero ateniéndose lo más posible al significado del original. En este caso, la literalidad será claramente imposible, sí, y es por eso que esto requerirá de grandes aptitudes creativas por parte del traductor, y al mismo tiempo se le dará un mayor margen de interpretación.

Como podrán apreciar, es una tarea sumamente difícil. Y ustedes, si tuvieran que ver una ópera, ¿cuál opción preferirían?