Traducciones chatarra

En uno de nuestros últimos artículos reflexionamos acerca de los principales impulsores de la industria de la traducción (costo, tiempo y calidad) y cómo uno de los tres prevalece sobre los otros dos, como si estuviera afectado por la fuerza de un balance natural.

Los compradores de servicios de traducción actuales son por lo general como la liebre en una de las historias de Lewis Carroll: siempre andan con prisa, y nunca sienten que llegan a tiempo.

En mi experiencia, el cliente promedio valora la velocidad sobre la calidad y el costo la gran mayoría de las veces. De esta manera, la velocidad y el costo suelen llevar adelante el proceso, intercambiando su lugar en el centro de atención de vez en cuando.

Pero, como ya hemos subrayado antes, no se puede tener los tres impulsores a todo motor. La calidad lleva tiempo, y «el tiempo es dinero». El aseguramiento de la calidad requiere que diferentes lingüistas lleven a cabo varios pasos en un flujo de trabajo organizado. Hay que estar seguros de erradicar cualquier posible error humano y pulir el documento en un texto localizado perfecto. Esto consume mucho tiempo, y no se hace de forma gratuita. Por lo tanto, es la calidad la que suele ser hecha a un lado en estos tiempos demenciales.

El cliente promedio de hoy en día no suele estar en busca de un arte delicado o el fundamento último. Necesitan sus proyectos en cinco minutos o menos, como una hamburguesa de una cadena de comida rápida. No hay ningún valor nutricional y no hay tiempo que perder; y por supuesto, con el mejor precio posible.

Por lo tanto, si esto es lo que está en alta demanda en estos días, ¿cuáles son las herramientas a nuestra disposición cuando tenemos que cumplir con plazos cuasiirreales? ¿Cómo podemos ofrecer algo que pueda cumplir con sus expectativas sin bajar nuestros estándares? El bueno uso de la post-edición, para empezar, podría ser la clave de nuestro éxito en esta tarea.

Sé que por lo general da miedo el auge de la tecnología consciente y las formas en que la traducción automática (o machine translation, MT) a través de la inteligencia artificial parece asomar en el horizonte como una amenaza peligrosa y siniestra de lo que aún podría estar por venir. Pero aquí veo una posibilidad de que el hombre y la máquina trabajen juntos para ofrecer a nuestros clientes lo mejor de ambos mundos. Si mantenemos la metáfora comestible, un post-editing bien empleado sería como unas papas fritas saladas y crocantes junto a una gaseosa bien helada. Sí, una combinación no demasiado nutritiva, pero dulce y salada al mismo tiempo, y lo suficientemente deliciosa para hacerle a uno agua la boca.

Una post-edición bien empleada (y no puedo enfatizar esto lo suficiente, ya que una post-edición mal hecha puede, ciertamente, terminar de manera tan triste como unas papas fritas frías olvidadas en una caja húmeda) tiene lo mejor para ofrecer entre la velocidad que la MT agrega a la ecuación, con la adición del factor humano de ser capaz de decodificar y corregir los parámetros complejos que la computadora no puede comprender plenamente en primer lugar. Por supuesto, para que esto funcione, hay muchas variables que van desde diversas combinaciones de idiomas a los motores de MT y memorias de traducción bien alimentados para que el proceso funcione con mayor delicadeza.

Así, la próxima vez que estén mirando la atractiva cartelera en un apuro, ¿por qué no ordenan algo más audaz fuera del menú? Es posible que reciban una deliciosa sorpresa.