Breve resumen sobre la historia del esperanto

Todos tenemos una vaga idea de qué es, pero nadie sabe demasiado sobre el esperanto. Sabemos que se creó con la intención de ser una “lengua auxiliar” y que no pertenece a ningún país, pero desconocemos las circunstancias históricas que envolvieron al idioma y muchas particularidades que hacen que el esperanto sea un tema especialmente interesante.

En primer lugar, el esperanto fue víctima de una feroz persecución. El propio Adolf Hitler fue un gran detractor del idioma. Según él, los judíos utilizaban esta lengua como medio para llevar a cabo su conspiración. No es de extrañar que el führer persiguiera esta lengua: su creador fue un oftalmólogo polaco de origen judío llamado Lázaro Zamenhof. Otro de los grandes perseguidores del esperanto fue el dictador Iósif Stalin: a pesar de ser él mismo un esperantista, prohibió el uso de esta lengua en 1937, señalando que el esperanto era “el idioma de los espías”, y comenzando una cacería de sus hablantes.

Sin embargo, Lázaro jamás planeó crear un idioma con un fin contestatario ni revolucionario. Al contrario, su intención era una lengua internacional, con reglas simples para que las personas pudiesen comunicarse sin problemas. El esperanto no tiene declinaciones, conjunciones ni verbos irregulares. Su alfabeto es fonético (una letra, un fonema) y, a partir de un número relativamente pequeño de raíces, se pueden expresar todos los conceptos posibles.

A pesar del camino tortuoso que ha sufrido el esperanto, se calcula que existen dos millones de personas que hablan el idioma, y que unas dos mil son hablantes nativos. Google arroja un resultado de más de setenta millones de resultados para “esperanto”. Se han traducido obras literarias tan disímiles como El señor de los anillos, Cien años de soledad o El rey Lear. Cada año se estrenan decenas de películas en esperanto y se publican más de cien revistas en este idioma. Incluso páginas como Facebook y Wikipedia tienen su versión en esta lengua.

Aunque muchos no lo sepan, el esperanto es un idioma que está vivo. Y, mientras viva, también vivirá la cultura y la historia que lleva impresa.