Periodismo infiel

Hace un tiempo hablamos de la funcionalidad y la fidelidad de las traducciones. Dijimos que, si bien debemos mantener cierta fidelidad con respecto a nuestro texto fuente, muchas veces es necesario adaptar el texto meta para que logre el efecto buscado en sus lectores. En esta ocasión, vamos a hablar de cómo la traducción periodística se enfrenta todo el tiempo a este dilema entre fidelidad y funcionalidad.

Traducir textos periodísticos presenta ciertos desafíos que pocos conocen. La función de un texto periodístico es informar al lector sobre un asunto de la actualidad; y según el lugar del mundo en el que nos encontremos, ese asunto nos va a resultar más o menos relevante, y vamos a necesitar más o menos detalles sobre el tema. En general, cuando un traductor recibe un artículo, su misión no es solo traducirlo, sino también adaptarlo a la cultura y los intereses del público que va a leer la traducción.

Imaginemos, por ejemplo, un informe de doble página de un periódico alemán sobre un accidente ferroviario en Alemania que se va a traducir para un medio de Latinoamérica. El periódico latinoamericano probablemente le pida al traductor que convierta el informe en un artículo de solo media página para publicar en la sección “Internacionales”. El profesional debe desplegar no solo sus habilidades como traductor, sino también todas sus habilidades lingüísticas para comprimir (¡y mucho!) el texto.

Además de eliminar la información que no sea relevante, es posible que el traductor tenga que agregar datos que ayuden al lector a comprender mejor ciertos hechos. Quizá para un alemán resulten obvios ciertos factores geográficos que pueden haber influido en el accidente porque conoce el lugar, pero es posible que haya que ampliar esa información para una mejor comprensión del lector latinoamericano. Lo mismo sucederá con los nombres de ciertas instituciones locales, que es posible que el lector meta no conozca.

Este es solo un ejemplo de los tantos desafíos a los que se enfrenta un traductor de textos periodísticos, sin mencionar el poco tiempo con el que se suele contar. Como podemos ver, no solo necesita conocer los dos idiomas con los que trabaja, sino también tener las herramientas para poder comprimir, ampliar y adaptar el texto según sea necesario. De más está mencionar la cultura general con la que debe contar todo traductor para poder ver más allá de lo que está escrito.

Traducir periodismo es un desafío en el que ser fiel al texto original es difícil. El traductor es fiel porque no inventa nada que no diga el original, pero es infiel al eliminar y agregar información según sea necesario. Todo, por supuesto, en pos de la funcionalidad y la efectividad del texto; en definitiva, en beneficio del lector.