Traducciones supersticiosas

Así como la lengua muchas veces refleja el alma de un pueblo, las supersticiones pueden darnos pistas sobre su historia y su cultura.

He aquí una descripción general de algunas formas en que las creencias antiguas todavía están dando forma a la vida de las personas.

Entrelazadas con las culturas de los pueblos y sus historias, las supersticiones vinculan el mundo contemporáneo con la Antigüedad. En general, se acepta que la última cena es la razón por la cual el trece se asocia con la mala suerte. Y, más de 2000 años después, las anfitrionas aún se desesperan cuando su decimocuarto invitado cancela a último momento.

Pero en un giro extraño, el trece es un número de la suerte en Italia y en Francia, donde el viernes 13 se considera un día de buen agüero. También es un número frecuente para las apuestas en los partidos de fútbol.

Sin embargo, en Italia, el viernes 17 es un día desafortunado, pues el número romano XVII se asocia con la muerte. El XVII es un anagrama de vixi, que significa ‘he vivido‘ y sugiere que uno ya no vive. ¡Y eso es un mal agüero para cualquier día de la semana!

¿Cuál es el símbolo de buena suerte más antiguo?

Los tréboles de cuatro hojas pueden ser los símbolos de buena suerte más antiguos, ya que se remontan al jardín del edén. Cuenta la leyenda que Eva, luego de ser expulsada del jardín del edén, se llevó un trébol de cuatro hojas para recordar el paraíso perdido.

Los celtas y los druidas creían que estos tréboles con una hoja de más tenían poderes mágicos que protegían a las personas contra el mal. También se dice que San Patricio explicaba la Santísima Trinidad con un trébol: una hoja para el Padre, otra para el Hijo y la última para el Espíritu Santo. Algunos sugieren que se trataba de un sincretismo. Y puede ser que tradiciones celtas y la fe cristiana se fusionaran durante los siglos posteriores, y que, como resultado, el trébol de cuatro hojas pasara a representar no solo la fe, la esperanza y el amor, sino también la suerte.

Si una mirada pudiese matar

Mirar de reojo a alguien también tiene una larga historia: se remonta a los sumerios que vivían en el valle del Éufrates hace 5000 años. Se les atribuye la invención de los amuletos del mal de ojo: esos aros blancos de centro azul que se amontonan en los zocos y puestos de ferias de toda la región del Mediterráneo.

En Turquía, se protegen a los recién nacidos frotando estos amuletos sobre la ropa y la cuna. También conocidos como el «ojo de Alá», estos ojos azules protegen muchos hogares musulmanes. Cuando uno de estos ojos se rompe, se cree que el ojo ha absorbido el daño causado por una maldición y debe ser reemplazado de inmediato para asegurar una protección continua.

Dedos cruzados

Una forma más moderna de defenderse del mal de ojo es hacer cruzar los dos primeros dedos. Esto viene del sur de Italia, donde se creía que un ietattore [yetatore] (del latín iactare, que significa lanzar) podía arruinarle la vida a una víctima con tan solo soltarle el malocchio [mal de ojo].

Incluso el papa Pío IX (1792-1878) fue acusado de ser ietattore, lo que demuestra que nadie está exento de las calumnias supersticiosas, ni siquiera el santo padre de la Iglesia. Se dice que cuando los fieles se arrodillaban ante Pio Nono para recibir bendiciones, muchos hacían el gesto de la higa para protegerse del mal de ojo.

Tocar o golpear madera

Arraigada en el paganismo, esta antigua superstición refleja la creencia de que los árboles, en particular los robles y los sauces, son hogares sagrados para los espíritus. Al presumir o alardear es común en algunas culturas gritar «¡Toco madera!». Para aplacar a los espíritus que buscan castigar la arrogancia.

Como era de esperar, se cree que muchas otras plantas traen suerte o protegen contra la desgracia.

  • En gran parte de América Latina, comer doce uvas a la medianoche del 31 de diciembre, una por cada campanada, asegura un próspero año nuevo.
  • Las lentejas, normalmente acompañadas con chorizo, son imprescindibles para las fiestas de año nuevo en Italia, donde simbolizan la prosperidad.
  • Las ramitas de ruda a menudo se colocan detrás de las orejas o se cuelgan sobre las puertas y las cunas. Se cree que esta hierba mantiene alejados a los malos espíritus.

¿Tiene fuego?

Durante el siglo XX, cuando fumar fomentaba el compañerismo, encender tres cigarrillos con el mismo fósforo era tabú en gran parte de Europa occidental.

Se rumorea que este mito floreció en las trincheras de la Primera Guerra Mundial: el primer fumador llamaba la atención del franco tirador; el segundo, le daba tiempo para apuntar; y el tercero recibía el disparo.

Engañando al destino para atraer buena fortuna

Una forma lingüísticamente intrigante de desear suerte a alguien (particularmente a los actores) es maldecirlos falsamente, con la esperanza de que los dioses celosos pasen por alto su buena fortuna. Los ingleses, por ejemplo, suelen desearles una fractura de pierna a los actores: «Break a leg!».

El italiano tiene su propia versión de este deseo negativo que supone un resultado positivo: «In bocca al lupo!». Contrario al sentido literal de la expresión, instar a alguien a saltar a la boca del lobo se hace con la intención de evitar la desgracia.

Conclusión: Las supersticiones son comunes a todos los credos y países. Pero se necesita un experto, como los lingüistas de Trusted Translations, para garantizar que estas creencias se transmitan con precisión en formas culturalmente aceptables.

Foto de Meruyert Gonullu en pexels