Una prueba de ello son las numerosas palabras que han surgido en torno a los diferentes ciclos económicos que se han sucedido en los últimos tiempos. Ante las nuevas realidades, circunstancias, problemas, el hombre crea nuevas denominaciones para expresar y nombrar de una mejor manera lo que está viviendo. Así, se han originado nuevos regionalismos, metáforas, eufemismos, han resurgido palabras en desuso, y perecieron otras denominaciones que gozaban de prestigio.
Podemos mencionar como ejemplos, el origen de la palabra septaper, que es una mezcla entre “septiembre” y “taper”, verbo que significa “reducir de forma gradual”. O la palabra bubblecovery que hace referencia a las “burbujas financieras”. O la incorporación de la palabra “petrodólares” para hablar de las ganancias generadas por la venta de petróleo. O también la palabra “indignados” que sumó otro significado al ya existente para nombrar al surgimiento de un grupo de personas a raíz de la crisis económica.
Las distintas tendencias a escala global nos exigen estar actualizados respecto de las palabras nuevas y propias que se utilizan en cada segmento, de forma de poder dar un mensaje claro y coherente para la audiencia meta que deseamos captar. Por ello, resulta de gran importancia elegir los profesionales correctos, con la capacidad y las herramientas necesarias, que puedan entender nuestro mensaje, sepan alcanzar el objetivo deseado, y tengan la habilidad para traspasar barreras culturales y geográficas.
Los idiomas siguen en continua adaptación, nunca ajenos a las necesidades y realidades de los hablantes. Por ello, siempre se deberá pensar en profesionales que caminen a la par de estos cambios.